Todo Concostrina: Acontece que no es poco | Sobre las hojas de parra y los peligrosos mojigatos

Cadena SER Cadena SER 9/14/23 - Episode Page - 13m - PDF Transcript

Ser podcast.

Estás escuchando, acontece que no es poco.

Y yo soy Nieves con Costrina, la que te lo cuenta.

Un podcast de historia para conocer, para entretenerse,

para criticar, para cotillear y para lo que se tercie.

Que disfrutes del episodio.

En la ventana,

acontece que no es poco.

Un relato personal de la historia

con Nieves con Costrina, Cadena Ser.

Hola Nieves, buenas tardes, ¿qué tal?

Hola, car, muy bien.

Muy bien, ¿qué tal tú?

Bien, mira, fíjate,

estaba pensando con lo que vas a contarnos hoy,

que así una música de entrada para situarnos

podría ser esta.

Tapame, tapame, tapame,

que estoy mojada.

Bueno, tapame, tapame.

Es una canción escrita hace más de un siglo,

que Sara Montiel le volva a categoría de Hit Parell.

Y creo que sería la banda sonora más adecuada

para el tema que nos traes hoy.

Y que también yo creo que a Miquel del Pozo

le va a interesar porque el arte...

Bueno, de refuerzos, no.

El arte sale claramente afectado.

Estamos hablando de la obsesión por tapar genitales

y la sublimación histórica

no se sienta tan inmerecida de la hoja de parra.

Sí, sí, es que...

Esto es una contínua con todos mis respetos,

es simplemente una continuación humilde

a la ventana del arte de Miquel del Pozo.

Es que llevábamos una semana tan dura

con cosas tan matanzas y tanto golpe de estado y tal.

Bueno, vamos a desengrazar un poco.

Y me acordé que es que en abril de este año,

creo además que lo comentasteis en la ventana,

la directora de una escuela de Florida

fue despedida porque en una de sus clases de arte...

Sí, sí, sí.

Creo recordar que lo comentasteis en la primera hora.

Tenía alumnos de 11 y 12 años

y enseñó una imagen del David de Miguel Ángel

y otra de la Venus de Botticelli.

Y un padre la acusó de utilizar pornografía en su clase,

queja a la que se unieron otros padres

que exigieron saber el contenido de las clases

antes de que las impartieron.

A ver, que estos padres son idiotas,

pues no hace falta explicarlo,

ni se nota, se huele.

Pero desde entonces tengo en la cabeza hablar

del uso de las hojas de parra para tapar los genitales.

El asunto tiene guasa porque los mojigatos

son muy ridículos y la verdad es que esto daría

mucha risa si no fuera porque esos mojigatos

son sensores y, por tanto, muy peligrosos,

mucho para la convivencia y para el progreso.

Y como decía, ya hemos llevado una semana tan dura,

bueno, pues digo, vamos a hablar

de catétor sensores ignorantes,

que está bien y así los desmontamos un poquito.

No se trata tanto de hablar de las obras

que los pintores y los escultores crearon

desde el principio con las hojas de parra

y plantadas como de las hojas de parra

que se pegaron con posterioridad

para tapar penes, testículos y vulvas.

En algunos lugares son tan sumamente catetos,

concretamente los curas de la vasílica del escorial,

que más que recurrir a la hoja de parra,

al Cristo en pelotas que esculpió

el renacentista Cellini le han puesto un pareo.

Los curas lo llaman paño de pureza.

Bueno, yo son muy dados a los eufemismos,

pero yo no sé si éste debe ser el eufemismo más bobo,

porque llamar a un trapo que cubre el pene

y su par de amigos de una estatua,

de un Cristo paño de pureza,

pues por favor, no sé, es un pareo.

Y además se lo pone el cura.

El cura que se lo pone cada vez cambia el estilismo,

el nudo le pone el nudo por delante,

le pone el nudito a un lado, a la derecha, el nudo a la izquierda,

le cambia el look. Yo no sé qué les pasa

a estos curas del escorial.

Les pone nervioso ver penes de mármol.

I'm a party and you think I'm sexy.

Come on, sure I'll let me know.

Yeah, if you're building me, just reach out and touch me.

Come on, honey, tell me so, tell me so baby.

Igual pareo y perreo están separados pocas letras,

igual la cosa va por ahí.

Oye, ¿de dónde viene lo de la hoja de parra?

Quiere decir, ¿por qué de parra?

Pues, mira, es diciendo que cuando un tonto coge una linda,

la linda se acaba y el tonto sigue.

Y parece que todos hemos pillado la linde

de hablar de hojas de parra cuando no son de parra.

Y algún artista usó ya la hoja de parra de Tapa Ravos,

porque como ya se hizo viral lo de la parra,

pues ya dijo, bueno, pues yo hago lo de la parra,

pero es que son hojas de higuera.

Siempre fue una higuera,

porque el mismo cuento se repite una y otra vez

a lo largo de los miles de años de la historia humana.

Rómulo y Remo nacieron bajo una higuera.

Buda se sentó debajo de una higuera flipado

hasta que alcanzó el nirvana.

Y los guionistas de la Biblia, que lo copiaron absolutamente todo,

también encajaron la higuera en el huerto del Edén.

Yo no sé qué más pruebas necesitan los que se toman en serio en la Biblia,

pero bueno, la cuestión botánica no es muy importante para nada,

pero no está de más conocerla, porque también también tiene su gracia.

Y como yo, si me he leído la Biblia, porque en el fondo es muy divertida

y por eso soy atea, no hay cómo ir a la novela

para saber que se habla de higuera, no de parra.

También hay algún artista que quiso innovar y dijo,

vamos a ver, si aquí el castigo y lo de taparse

vino por lo de la manzana,

lo lógico es taparlos con ramas de manzano.

Esto es lo que hizo Durero.

Durero lo tapó con una ramita de manzano.

Luego estaban también los artistas más equidistantes,

como Tichiano, que en su pintura de Adán y Eva se le ve a él tapándose

con la hoja de una higuera y a ella con una rama de manzano.

Y lo de manzano y la manzana esta es otra,

porque es que en ningún momento en el capítulo a Adán y Eva

se mencionan ni manzano ni manzano.

Se habla de un fruto, pero como la imaginación es libre

en la Biblia y fuera de ella,

alguien se inventó que lo que mordió Eva fue una manzana.

Es un sitio, se habla de manzanas.

Y que luego, fíjate que la mala pécora hizo que la mordiera Adán,

porque las mujeres son malísimas, fíjate rubiales.

Está obligado a besar a una jugadora mientras ella lo sujetaba

y lo levantaba en volandas contra su voluntad.

También es cierto que la manzana es muy socorrida

y se usa para todo.

Tenemos a Guillermo Tell, Blanca Nieves, Isaac Newton

y Pómenes y Atalanta recogiendo las manzanas.

Steve Jobs y Suapel, las manzanas, tantas partes.

¿Y qué dice exactamente la Biblia de la hoja de higuera, entonces?

Pues esto está en el Génesis.

Está en el Génesis, capítulo 3, versículo 7,

y dice, se les abrieron los ojos, se refiere a Daniba,

se les abrieron los ojos, se dieron cuenta de que estaban desnudos,

entrelazaron hojas de higuera y se taparon con ellas.

Esta es la referencia que hay.

Y a partir de aquí se lió todo, se lió todo artísticamente hablando.

Ellos también se lian, no tengo entendido.

Uno se esculpían y pintaban sus personajes bíblicos o no

en pelotas y otros les ponían hojas de higuera o de parra.

El problema empezó a plantearse cuando en esas obras

en las que estaban los personajes con sus genitales al fresco

llegaron los peligros hormogigatos, los sensores,

a exigir que se tapara, el que estaba en pelotas había que taparlo.

Y entonces había que fabricar hojas de parra para pegarlas en las esculturas.

Al menos aquí, en algunos casos, fue fácil quitarla en las esculturas,

pero en las pinturas que hubo que pintar paños para tapar,

ahí ya fue un poco más complicado.

El caso más conocido es el del juicio final de Miguel Ángel,

lo hemos comentado alguna vez, en la pared del altar de la capilla asistina.

Los que la liaron fueron los curas, como los que se ponen nerviositos

cuando ven penes porque el concilio de Trento, a mediados del 16,

censuró la desnudez y el Papa de Turna ordenó a Daniel Edda Volterra

que tapara con telas, los culos, los penes y las tetas

que aparecían en la obra de Miguel Ángel.

Por eso es el hombre que lo pintó, este hombre se le conoce como el braguetone.

¿Y cuántos calzones puso?

Este puso 22, pero es que en los siguientes siglos

los distintos papas siguieron ordenando a otros artistas

que siguieran tapando culete, es que Miguel Ángel hizo un festival ahí,

odios en pelotas, que tapó todo el mundo desnudo.

En total, 44 calzones y sujetadores.

Hubo un hechicero jefe, Clemente Oxtavo, que quiso borrar,

quiso hacer desaparecer los juicios finales.

Dijo, vamos a dejar de borrar culos, esto que lo borran entero, pero no.

Al final no, le dijeron, cálmate un poco y cállate y vete a la cama.

Los primeros 22 calzones siguen aún en el fresco

porque los otros, los que se pintaron en el XVII y en el XVIII,

se han eliminado y los culos vuelven a estar al aire.

Todos los calzones que pintó el braguetón en el XVI se han dejado,

dijeron los expertos que, como testimonio histórico,

de aquella decisión antido.

Pero bueno, con la mala leche que gastaba a Miguel Ángel,

si pilla el calzones, este ya lo papá.

Les falta abaticano para correrlo.

Oye, nieves, ¿y esculturas que se hayan visto afectadas

por la mojigatería y se hayan tapado?

Además, el Cristo del Pareo o de la Escorial, ¿eh?

Pues el David, el David también.

Sí, el David a Miguel Ángel lo trajeron frito,

con lo que le gustaba él pintar tíos en pelotas.

Que para eso observó muy de cerca la anatomía humana,

que se iba hasta las morgues

para estudiar de cerca los muertos, tocarlos, analizarlos.

Bueno, pues luego venían los moñas

y le tapaban lo más interesante.

El David original, el de Florencia,

se exhibió durante un tiempo con una hoja de parra.

Pero el caso más mojigato

es el de la reina Victoria I de Inglaterra,

porque esta señora, que era la mayor narcotraficante

de opio del siglo XIX,

a su lado Pablo Escobar, fue un aficionado.

Pues esta mujer protagonizó una estupidez monumental

con una reproducción del David

que le regalaron en 1857.

Lo que pasa es que era una réplica en yeso,

pero del mismo tamaño que el original.

Y cuando la reina vio aquel tío de cinco metros,

de alto y en pelotas,

pues le dio un patafluso,

la réplica la instalaron en un museo

y por si acaso la reina le daba por volver,

porque al fin y al cabo la estatua

era un regalo para ella,

el director del museo, un mojigato también,

se gastó una pasta en encargar

una gran hoja de higuera de un metro de alto

para colocarla rápidamente

si la reina parecía por sorpresa.

Le puso dos ganchitos para que dijo

que haya tiempo, pero nunca la reina, nunca volvió.

Pero se puede ver,

allí sigue la réplica del David

en el actual Museo de Londres, Victoria y Albert

y allí está también, pero suelta sin tapar nada

la hoja de higuera.

¿Algún caso más de esculturas censuradas?

Sí, hay varios,

pero por mencionar dos más,

en los Museos Baticanos

está el famoso Apolo de Belvedere,

al que otro cura, el papá Pío IV,

ordenó que se le pusiera una hoja de higuera.

Además, dijo de higuera,

porque este también se había leído la novela

y sabía que era en higuera,

y estuvo ahí la hoja puesta

hasta hasta el final de la década

de la década de la década de la década de la década de la década de la década de la década de la década.

La hoja puesta hasta

entrado el siglo XX.

Y otro caso también muy ridículo

es el monumento que hay

sobre la tumba de Oscar White

en el cementerio Pegasius de París.

Al escultor Jacob Epstein,

que era un alumno de Rodin,

le encargaron el monumento funerario

y esculpió un peculiar ángel alado,

muy vanguardista,

en aquel momento con su penecillo

y sus testiculillos, estaba el ángel,

pero muy discretitos los tres.

Las autoridades del cementerio vieron la obra,

dijeron que eso era una indecencia

y que eso ahí no se instalaba.

Tuvieron que taparlo.

Dieron tanta brasa los puritanos

y los ofendiditos religiosos

que al final el artista aceptó tapar la entrepierna del ángel

con una hoja de parra.

Es decir, que Oscar White se vio perseguido

por sus gustos sexuales

y el ángel de su tumba acabó también sufriendo

la persecución.

Y ahí estuvo la ridícula hoja

tapando los genitales del ángel

y uno pasaron por delante de la tumba

unas señoras de estricta moral cristiana

que se sintieron muy ofendidas por la postura

del ángel y se liaron a bastonazos

en la entrepierna.

A base de golpe rompieron la hoja.

Yo creo que era para ver lo que había debajo,

pero bueno, rompieron la hoja

y desgraciaron todo lo de debajo.

El ángel no hay más que fijarse,

quedó muy perjudicado

y todo porque en la novela se inventaron

que los genitales eran vergonzosos.

Plagiando al gran humorista Teo Stifalen

si les hubiera dado a los guionistas por inventarse

que en vez de la entrepierna, lo impúdico

son las narices, ahora llevaríamos bragas

y calzoncillos en la cabeza para taparnos la nariz.

No deshidias, no deshidias, nieves.

Venga, el lunes repetimos, cuídate mucho.

Un beso por la nariz.

Son las 7.20, las 6.20 en Canaria, sigue la ventana

en la SER.

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Nieves Concostrina nos habla del origen de la hoja de parra para tapar los genitales a lo largo de la historia del arte y de otro tipo de censuras sobre el cuerpo humano.


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