Todo Concostrina: Acontece que no es poco | La muerte de Carlos V y la importancia de un meñique
Cadena SER 9/21/23 - Episode Page - 15m - PDF Transcript
Él siempre hay una primera vez, Dior.
Hay momentos que no se olvidan.
Como la primera vez que llevaste a tus amigos
el drive-thru de McDonald's y hasta pagaste toda la cuenta.
Ahora puedes elegir entre unos chicken McNuggets,
un sandwich hot and spicy McChicken,
un McDonald's Double o un McChicken
y llevarte dos por $3.99.
Inolvidable.
Precios y participación pueden variar.
No puedes ser combinada con ninguna otra oferta como mío.
Producto individuo a la precio regular.
Para papá, ser podcast.
En la ventana
acontece que no es poco
un relato personal de la historia
con nieves con costrina, cadena ser.
¿Te gusta el libro de Carlos De Ita, eh?
Sí, a mí me gusta el libro, me gusta Carlos De Ita,
me gusta mucho todo lo que hay.
Está muy bien, muy bien.
Bueno, vamos a lo nuestro, ¿sí?
Sí.
Vamos a lo nuestro porque no todos los días se mueren emperador.
No.
Sobre todo porque hace tiempo que va llegando pocos.
Pero hubo una época en que sí, o que había más.
Y si había emperadores,
era porque existían los imperios, ¿no?
Por ejemplo, el Sacro Imperio Germánico,
tal día como hoy,
pero de 1558 murió su titular,
Carlos V.
El favorito de tu padre.
Sí, bueno, sí.
Sí, no puedo evitar acordarme siempre.
Bueno, pues,
es que repasando las veces que hemos hablado de Carlos V.
en esta sección de acontecidos.
Sí.
Nos salen infinitas.
Unas cuantas, unas cuantas, yo lo recuerdo.
Sí, pues, porque lo he repasado,
bueno, nos ha llegado,
nos ha, hemos hablado de su llegada a la península con 16 años,
la bronca que le, que le dieron los comuneros.
Sí, sí, bueno, cómo termino eso.
Sí, su proclamación como emperador,
sus tres coronaciones,
sus foyones con lutero,
sus abdicaciones,
su jubilación en juste.
La gota.
La gota, sí.
Pero nunca, nunca,
hemos rematado su historia con lo último que hizo.
¿Qué fue?
Morirse.
Ah.
Luz.
¡Hombre!
Ya, pero...
Dicho así.
Sí, vale, que fue lo último que hizo.
Ya no pudo hacer nada más el hombre.
Y murió el 21 de septiembre.
El 21 de septiembre de 1558 murió en juste,
en la Vera de Cáceres,
de donde sale el mejor pimentón del mundo mundial,
Carlos V.
No estaba entre sus planes morirse tan pronto.
Morirse, sí, me pasa a todo, a todo Dios, ¿no?
Pero, hombre, no cuando solo llevaba año y medio jubilado.
Es que solo tenía 58 años.
Es que le había liado muy parda organizando su palacete,
sus caprichitos, su coro de monjes,
ahora su servidumbre, sus cervezas,
que se trajo hasta maestros cerveceros
para que le tuvieran bien servidos.
Su plan era pasar unos añitos allí
y disfrutar de sus automatas,
montando y desmontando relojes,
su música, sus comilonas.
Pero llegó un mal día
en que agarró unas fiebres de las que ya no salió,
bueno, y cascó.
Uno le echaba la culpa a la gota,
otros que, si las almorranas...
¿Las almorranas?
Sí, las tenía.
¿Las almorranas no matan?
No, no, ni la gota tampoco,
pero fastidian mucho.
Ah, eso sí.
Pero podían haberle provocado las fiebres
que le mataron,
otros decían que la pésima alimentación
lo acabaría matando,
pero no llegaron a confirmarse
las causas de la muerte hasta finales del siglo XX.
Y todo gracias
a la última falange de un meñique del emperador.
Una mierdecilla de dedo
permitió resolver las dudas.
A ver, que nos vamos superando.
¿Cómo enlazamos la muerte de Carlos V
con la malaria
y con un trocito de uno de sus meñiques?
Un trocito, efectivamente,
venís que era un meñique entero.
Para llegar a las conclusiones científicas
que han permitido saber de qué murió Carlos V,
tenemos que conocer sus hidas y venidas
después de muerto,
porque si no se hubieran dado
unas circunstancias en cadena,
no se habría averiguado absolutamente nada.
Así que nos vamos a aquel 21 de septiembre
de 1558 a Juste.
Carlos V muere
y su hijo, Felipe II,
se asegura de que se cumplan
las últimas disposiciones de su padre,
que había dejado ojo muy clarito
cómo y dónde quería enterrarse.
Carlos V fue muy...
tuvo una época de...
fue muy plasta con su tumba,
muy plasta, muy pejiguera.
Estuvo dando la turra
con que quería que lo enterraran aquí,
luego allí,
que no, que luego mejor en el otro lado,
que sí, mejor en Innsbruck,
en Austria, con el abuelo,
que sí, luego en Dijon,
donde la mostaza,
en Francia,
que sí, luego en Brujas, con la abuela,
que sí, luego en Granada,
con los otros abuelos.
El problema de ser doño de medio mundo
es que no saber dónde poner el huevo,
ni siquiera cuando te mueres.
Granada se lo planteó,
porque allí se estaba preparando
el sepulcro dinástico.
Allí acabarían los abuelos maternos,
Isabel y Fernando,
los pecadores,
y también allí acabarían sus padres,
Felipe y Juana.
Y si ahí iban a estar todos,
hombre, pues lo lógico,
sería que él venía a desarramar,
que él también acabara allí.
Pues no,
porque ahí había que matizar mucho,
porque él no quería mezclar churas con merinas,
que todos esos eran reyes castellanos
y aragoneses,
pero él era emperador del sacro imperio
romano germánico,
tontería,
la justaz.
Así que tampoco le pareció gran.
Bueno, ya sabemos que el sucio destino final
fue el escorial,
porque está allí,
pero era a su plan inicial
o alguien se lo varió sobre la marcha.
Bueno, mira, aunque Carlos V estaba encantado
de haberse conocido y todo,
le parecía poco para él,
parece que ya muriéndose,
le vino la desgana,
es un lógico,
está muriendo,
no tiene ganas de nada.
14 días antes de morir,
pidió ser,
dijo,
mira, me da igual ya,
pidió ser enterrado allí mismo,
en juste,
y dictó en testamento
ser sepultado
bajo el altar mayor
con la mitad de su cuerpo,
desde los pies hasta el,
sí,
la mitad de su cuerpo,
desde los pies hasta el pecho,
bajo el altar,
y la otra mitad
del pecho a la cabeza,
fuera de él.
Y ahora leo,
tal y como está dispuesto a su testamento,
de manera
que cualquier sacerdote
que dijere misa,
ponga los pies sobre mis pechos
y cabeza.
Al final no le pudieron poner
como el quiso,
porque no estaba construido eso
para cumplir su deseo.
Yo metieron detrás del retablo al pobre,
pero bueno,
el que le tomó nota de todo esto,
fue su fiel secretario,
Luis Mende de Quijada.
Y este hombre,
su secretario le dijo,
hombre, jefe,
a mí este conventito jerónimo,
me parece un poquito virria
para tanto emperador.
Y Carlos V aceptó la sugerencia,
dispuso que lo enterraran en juste,
y que luego su hijo Felipe
decidiera dónde encajarlo
definitivamente,
de momento en juste,
y que luego decidiera Felipe.
Y Felipe II,
tan encantado de haberse conocido
como su padre,
dijo,
vamos a ver,
todas las dinastías reales,
las castellanas,
las navarras,
las aragones,
las leones,
todas tenían su panteón propio,
para sus muertos.
¿Qué tenían los austrias?
Mojón, ninguno,
no tenían,
no tenían ninguno,
no,
estaban todos los que se habían ido muriendo los otros,
estaban todos por ahí desperdigados.
Bueno, pues hay que hacer uno.
Es cierto que también todos tenemos archisabido
que Felipe II
decidió erigir el monasterio del Escorial
para conmemorar su triunfo
en la batalla de San Quintín,
y en honor del santo,
que se supone,
le echó una mano,
Lorenzo,
Lorenzo,
protagonista de una de las más célebres barbacoas,
de El Santorario.
Pero la batalla y el santo
fueron las excusas,
porque en la carta fundacional
del monasterio del Escorial,
queda claro que la principal finalidad
era albergar un pedazo de mausoleo
para la dinastía de los austrias.
Oye, sé que estaba fiambre,
pero tuvo que esperar mucho Carlos V,
hasta que le llevaran al Escorial.
Un poquito,
16 años.
Tengo que esperar.
Tu has oído eso,
dad más que la hora del Escorial.
Pues eso.
16 años,
se momificó el hombre de tanto esperar,
y si se hubiera quedado en juste,
se habría ahorrado el ajetreo que le esperaba.
Se sabe que está momificado,
porque han traduido y salido varias veces de la tumba.
Después de este traslado,
y una vez enterrado ya en el Escorial,
Felipe II quiso ver
cómo estaba mortajado su papá,
para que a él le hicieran
exactamente el mismo apaño mortuario.
Lo querías exactamente igual,
así que tuvieron que sacarlo.
La tercera vez que sacaron la momia de Carlos V,
fue en 1868,
durante la Revolución de la Gloriosa,
cuando expulsaron de España a la Borbona,
Isabel II.
A ver,
lo de Echarreyer de España está guay,
pero no hace falta profanar tumbas de emperadores
para celebrarlo.
Qué de dicho.
Volvieron a sacar de su tumba
Carlos V en 1870.
Esta vez no se sabe a cuento de qué,
pero el caso es que aprovecharon
y le hicieron un retrato al lápiz de la momia,
que aún se conserva,
así hay una foto de ese retrato en el prado,
y creo que en el Escorial también,
también está el original,
no estoy segura.
Y la última vez que airearon,
que airearon a Carlos V,
fue en 1936.
Malaño.
Malaño, malaño.
Y a unos milicianos
que asaltaron el monasterio
y abrieron algunas tumbas,
les hizo gracia que Carlos V
estuviera tan tieso como la mojama.
Así que un miliciano
agarró al emperador como si fuera un colega
y se hizo una foto abrazando a la momia.
Se colocaron, así se hizo una foto.
Y aquí llega la primera carambola.
Esa foto del miliciano y la momia
se publicó en un periódico francés.
Y este periódico lobio,
siendo un adolescente,
Julián de Zulueta.
Este chaval era hijo del embajador español en Francia
con la República, en aquel 1936.
Vale, pero cómo conecta el hijo del embajador
con la muerte de Carlos V?
Hay algo que se nos escapa.
Vamos a ver cómo conecta enseguida.
El joven Julián de Zulueta
acabó convertido en médico
en un epidemiólogo de fama mundial.
Dedicó su carrera al estudio
y a la erradicación de la malaria.
Le llamaban en algunos sitios en Bornebro,
por ejemplo, le llamaban el señor de los mosquitos.
Erradicó el paludismo en algunos países,
en otros ayudo a frenarlo.
Llegó a ser alcalde de Ronda, en Málaga,
en sus últimos años.
Y un día, en los años 80,
ya apartado de la actividad médica,
pero no del estudio,
el doctor Zulueta leyó un artículo científico
sobre la posibilidad de trabajar
con tejidos momificados.
Era un trabajo que leyó Zulueta,
era de un investigador estadounidense,
que hablaba de una técnica
para rehidratar tejidos acartonados
y poder estudiarlos.
Y ahí vuelve a su memoria
la foto del miliciano con Carlos V.
Y piensa él,
a ver si me permitieran estudiar
la momia de Carlos V,
extraer algún tejido poquito momificado,
podría rehidratarlo, estudiarlo
y saber si esas fiebres
que atacaban al emperador
fueron paludismo.
Y va el doctor Zulueta,
tan contento él,
y tan confiado,
a solicitar al ex rey Bribón,
Juan Carlos de Borbón,
permiso para coger una pequeñísima muestra.
A ver, los Borbones se creen
que el pantheón del escorial es suyo,
pero no, lo pagamos nosotros.
Es patrimonio nacional.
Pero el Bribón, Borbón le dijo
que no había permiso,
que no se lo daba.
Julián de Zulueta se disgustó,
pero bueno, se conformó y abandonó su empresa.
Y llega la siguiente carambón.
A ver.
Un día un responsable de patrimonio
que sabía lo de este hombre,
le dijo al doctor,
oye, así, con cuidado,
que sepas que en el escorial
hay una pequeña urna
donde se conserva la última falange
del meñique de Carlos V.
La última falange del meñique.
¿Y se sabe por qué estaba ese dedo separado?
No está muy documentado,
es que no está,
nadie sabe explicar por qué,
nadie explica el periplo del meñique,
pero parece, parece,
sin confirmar que un aristócrata,
una de las veces que sacaron
al emperador de su tumba,
quizás en 1868,
cuando lo sacaron en 1870,
levirlo el dedo al emperador.
Y al parecer, años después,
arrepentido por la irreverencia,
devolvió el dedo Alfonso XIII.
Como este playboy,
tampoco se había que hacer con el dedo,
pues lo metió en un relicario
y dijeron, oiga,
pongan esto en el,
llévenlo al escorial.
Y allí se quedó el dedo.
A ese dedo,
sí pudo acceder el epidemiólogo,
doctor Zulueta,
pero como él ya estaba retirado
y no contaba con la tecnología
ni los laboratorios necesarios,
se puso en contacto
con investigadores biomédicos
del Instituto Auguste Pinçunier,
del Hospital Clínico,
para hacer un estudio
a fondo del meñique
y allá que te fue la falange a Barcelona.
El meñique, efectivamente,
pudo ser rehydratado
y cantó la traviata.
Lo cantó todo.
Se confirmó que el emperador
Carlos V las debió pasar fatal
con la gota, ¿vale?
Pero que se murió de paludismo,
de malaria.
La enfermedad
que provoca el parásito plasmodium falciparum
que te empadrona el canalla mojitanófeles.
El mesmojitanófeles, sí.
Sí, cuando te pica.
Julián de Zulueta,
que era un tipo extraordinario,
murió con 97 tacos,
murió en 2015
y no dejó de preocuparse
hasta el último de sus días
por las 600.000 muertes
que la malaria provoca
cada año en el mundo.
I love you
never know how much I care
when you put your arms around me
I'll give it a fever
that's so hard to bear
when you feel the night
when you kiss me
fever when you hold me tight
fever
in the morning
fever all through the night
está acordando con esto el dedo
cortado del emperador
que había un personaje de juego de trono
se llama Meñique.
Meñique, sí, sí,
un personaje de juego de trono.
Sí, sí.
Hagámosle prueba de DNA.
Sí, sí.
Bueno, nieves, a descansar.
Sí.
El lunes más, ¿eh?
El lunes más.
Nosotros mañana estamos en Barcelona.
Pasado muy bien.
Disfrutad los 30 años y el lunes más.
Y al próximo viernes a Palencia,
a la tierra dice a ellas,
no te lo pierdas.
Venga, muy bien.
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Él siempre hay una primera vez,
Dio.
Hay momentos que no se olvidan,
como la primera vez que llevaste
a tus amigos el drive-thru
de McDonald's
y hasta pagaste toda la cuenta.
Ahora puedes elegir
entre unos chicken McNuggets,
un sandwich hot and spicy
McChicken,
un McDonald's
o un McChicken
y llevarte dos por 399.
Inolvidable.
Precios y participación
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El 21 de septiembre de 1558 murió en Yuste, Cáceres, el rey Carlos V. Nos lo cuenta Nieves Concostrina.
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