Criminopatía: 92. Montse Ávila; un crimen sin pruebas (Catalunya, 1987)

Podium Podcast Podium Podcast 3/16/23 - Episode Page - 39m - PDF Transcript

Podium Podcast, lo mejor está por escuchar.

Hola, Criminópatas, soy Clara Tizcar y hoy os voy a contar una historia llena de secretos, abusos y mentiras.

Esta historia empieza que sepamos en 1978, cuando una mujer desaparece en Santillerisa-Calm en la provincia de Girona.

Francesca Lucia Bosch, a quien algunos llaman Lucia y otros Paquita, tiene 32 años y está casada.

Se despide de su marido y su cuñada, con el capazo lleno de botellas de cristal vacías, diciendo que va a comprar y vuelve en un ratito.

Paquita no vuelve.

Días después, un anónimo informa a la familia de que Paquita se ha marchado con un camionero francés.

Nadie volva a saber de ella, pero todos la recuerdan el día que aparece una chica de 14 años muerta a las afueras del pueblo.

Esta es la historia de Montse Avila y esto es Criminopatía.

Es domingo 12 de julio de 1987 y estamos en Santillerisa-Calm, un pueblo conocido por sus fuentes naturales de agua.

La más famosa es la Fombella.

Santilleri es un pueblo pequeño al pie de una sierra llamada Las Guillarías. Al otro lado de las montañas está el Pantano de Susqueda, del que ya os he hablado en este podcast en los episodios 2, 3 y 4.

Y del que hoy volveremos a hablar.

En 1987 Santilleri es un pueblo pequeño, con uste encomidas habitantes y bastante aislado. Es un pueblo en el que para bien y para mal se conocen todos.

La mayoría son familias de toda la vida, de generaciones y generaciones.

Los forasteros no es que no sean bienvenidos, pero serán forasteros por años que pasen.

Son pasadas las 6 de la mañana cuando un par de granjeros que han salido de Santilleri en coche con las primeras luces del día creen ver alguien tumbado junto a la carretera.

A un kilómetro del pueblo, Joan mira el pecho que es quien conduce para el coche, bajan y se acercan.

Les parece una niña. Está tumbada con las piernas juntas y los brazos cerca del cuerpo. Tiene mucha sangre en la cara y la parte derecha de la cabeza destrozada.

Joan le pide a su amigo que se quede junto al cuerpo mientras él regresa al pueblo a avisar a la Guardia Civil.

Antes de que llegue a la Guardia Civil, a este paraje que llaman la Pecha del Diabla, la Pisada del Diablo, en el pueblo y se ha extendido la noticia.

Han encontrado a una niña muerta.

Lo más urgente es identificar a la víctima, pero la Guardia Civil no ha recibido ninguna llamada denunciando la desapreción de uno menor

y los primeros curiosos que se acercan desde el pueblo no la reconocen.

Creen que si fuera una niña de Santillari en su casa ya la habrían echado de menos.

Así que lo primero que piensan los Guardia Civiles que acuden a la escena es que podría ser una niña de una casa de colonias que no queda lejos.

En la misma carretera, camino de Santa Coloma de Afarnés. A las 8 de la mañana ya han comprobado que allí no falta nadie.

A las 9, los Guardia Civiles que están en la escena reciben un aviso del cuartel.

Hay una familia en el pueblo que dice que su hija no ha ido a dormir a casa.

Tiene 14 años y se llama Monse. Monse Ávila Jiménez.

En su casa son 8 hermanos.

Eran 9, pero uno murió de una infección hace 4 años.

Sus padres llegaron al pueblo desde el sur de España hace 17 años, pero no dejan de ser los forasteros.

Los Ávila Jiménez, el transportista y ella limpiadora con tantos hijos son una familia que hace equilibrios para sacar adelante a todos

y las hijas mayores hacen trabajillos para contribuir a la economía familiar.

Monse se quedó anoche al cuidado de sus hermanos pequeños mientras su hermana mayor, Carmen, de 16 años iba a la disco con las amigas.

Cuando sus padres llegaron a casa, casi a la 1 de la madrugada, se encontraron con las luces y la tele encendidas, pero no había nadie viéndola.

Los niños estaban durmiendo y Monse no estaba en casa.

Pensaron que quizás había ido a la disco con su hermana Carmen, pero cuando hasta llegó pasadas las 2 de la mañana le dijo a su madre que no había visto a Monse.

Imagino que dado que son tantos hermanos y en casa las cosas son difíciles, les debe gustar ir a dormir a casa de amigos.

Seguro que es un hecho habitual y por eso nadie se preocupó y se fueron a dormir.

Cuenta Amalia, la madre que cuando el domingo se despertó a las 7, vio que Monse no estaba en su cama y se puso a hacer cosas por casa.

Los domingos hay mercado en la Plaza del Pueblo y sobre las 9 de la mañana salió de casa para ir a comprar.

Allí es donde se entera de que han encontrado a una niña muerta.

Llega la conclusión de que tiene que ser su hija.

La llevan a casa a donde rápidamente llega gente preocupándose por la familia y queriendo saber si realmente la niña a la que han encontrado es Monse.

Sobre cómo ha muerto en el pueblo hay dos versiones. En una dice que la han atropellado porque tiene la cabeza destrozada y en la otra que la han violado y asesinado.

Uno de los agentes que hace guardia al lado del cadáver basta al pueblo para hablar con la familia Avila Jiménez.

La madre está arropada por las vecinas, destrozada.

Da por hecho que su hija Monse es la niña a la que han encontrado con la cabeza golpeada.

Dado que la madre no está en condiciones, el guardia civil se ofrece para llevar a su hermana, Carmen, que recordemos que tiene 16 años y quiere llevarla a ver si reconoce el cadáver.

Ella dice que prefiere ir con su vecino, Giuseppe Alleda, que se ha ofrecido llevarla a ella y a sus hermanos más pequeños.

No hay información sobre qué está haciendo el padre.

Pasadas las 9 de la mañana, cuando Carmen Avila llega a la pecha del diablo, la parte superior del cadáver está cubierta con una manta.

Se le ven las piernas.

Carmen llora antes de que descubran la manta para que pueda ver la cara.

Ha reconocido los pantalones de Monse. Giuseppe Alleda también lo reconoce y dice, son los que le compré ayer en el mercado de Vic.

Aunque en un primer momento los rumores decían que a la víctima la habían violado, la autopsia lo descarta.

No hay ningún signo de agresión sexual ni tampoco parece que haya vestigios de una relación sexual consentida.

La muerte es violenta. La consideran sin duda un homicidio.

Los medios son muy gráficos cuando explican cómo muere Monse, en el país leo que sufrió un estallido cranial con pérdida de masa encefálica.

La autopsia determina que Monse recibió varios golpes en el lateral de la cabeza, 3 probablemente en el parietal derecho.

Los golpes se realizaron con un objeto duro y pesado con la superficie plana como podría ser un martillo.

Además establecen que el asesino golpeó a Monse desde atrás.

El cuerpo no presenta heridas defensivas.

Perdió mucha sangre, que está en el pelo, la cara y la parte superior de la ropa, lo que creo que indica que el golpe lo recibió estando de pie.

No descartan que el golpe lo haya podido producir un vehículo, que tendría que ser alto para alcanzarle en la cabeza.

Monse no tiene otro tipo de golpes o roturas de huesos en el cuerpo, por tanto, no parece que haya sido arrollada por un coche, más allá del golpe en la cabeza.

Aunque, como decía, no es una opción que descarten. Lo que sí tienen claro es que alguien la trasladó y depositó allí.

La dejó bien colocada en el margen de la carretera a un kilómetro del pueblo y sin ninguna intención de ocultarla.

Hoy en día probablemente este comportamiento sería interpretado como que el asesino es alguien que conoce a la víctima porque ha sido cuidadoso con ella

y no quiere alargar la agonía de la familia porque quiere que la encuentren. La mata, pero a la vez, es compasivo.

Los investigadores tienen claro que esta no es la escena del crimen, sino una escena secundaria porque, en el caso de haber muerto allí, habría sangre en el suelo.

Además, Mon se tiene varias manchas de sangre en el tobillo y creen que es por donde la han agarrado para trasladarla.

La han encontrado con un listón de madera bajo el cuerpo y creen que es con lo que se han ayudado para moverla.

Además, junto al cadáver hay unas marcas de rueda de coche, que podrían ser las que ha dejado el vehículo en el que la han trasladado.

Por último, la posición del cuerpo no es natural para morir después de un accidente de coche.

Estaba tumbada en el suelo como si estuviera durmiendo con las piernas y los brazos extendidos. Alguien la ha colocado así.

La autopsia determina, además, que la muerte se produjo en el último momento del día 11, entre las 11 y las 12 de la noche.

Enseguida os contaré que Mon se estaba cenando la última vez que la vio su madre.

Por tanto, además de la temperatura y el rigor mortis, tienen como dato importante en esta autopsia el contenido de su estómago.

En el cadáver hay algo que llama mucho la atención de todo el mundo.

Mon se tenía un billete de 5.000 pesetas en el bolsillo.

En aquel momento, el salario en medio era de unas 100.000 pesetas.

Por tanto, podríamos decir que 5.000 pesetas quizás eran unos 60 euros de hoy en día.

No es un dineral, pero es una cantidad importante para una niña en cuya familia pasan tantos apuros económicos que el vecino les compra ropa.

Mientras esperan los resultados de la autopsia, que ya os ha adelantado,

lo primero que hacen los investigadores es tratar de reconstruir las últimas horas de la víctima.

El último día que estuvo viva fue el sábado 11 de junio.

Por la mañana fue el mercado semanal de Vic, con sus dos hermanos y el vecino y amigo de la familia Giuseppe Lleda, de 46 años.

Les compró algo de ropa a los críos, a Monse y a la madre de la familia, Amelia Jiménez.

Después, por la tarde, Monse estuvo jugando por el pueblo con sus amigas.

Su padre la vio sobre las ocho de la noche. Estuvo con una amiga hasta las diez y media.

Ahora os cuento lo que dice la amiga porque los primeros que declaran son sus padres.

A las once fue su madre quien la vio. Estaban casa cenando.

Monse se quedó en casa cuidando de sus hermanos mientras sus padres iban al bar.

En algunas fuentes dicen que ayudara al hermano que tenía un bar y en otras dicen que fueron a tomar algo.

Cuando los padres regresen a casa entre las doce y media y la una menos cuarto, Monse ya no está.

Uno de los hermanos de Monse que tiene once años dice que la niña se fue a las once y media o doce menos cuarto

porque había quedado para ir a ayudar a Giuseppe Lleda.

Y la amiga con la que estuvo jugando Monse en la calle dice que se despidió de ella porque tenía que ir a casa a cenar

antes de ir al taller de Lleda. Giuseppe Lleda tiene una tornería.

Monse hacía trabajillos aquí y allá.

Por un lado repartía la hoja parroquial y ayudaba al cura, pero este no es sospechoso en este crimen.

Cobraba recibios a domicilio para algunas empresas, echaba horas en un bar y además ayudaba Giuseppe Lleda

en su tornería a realizar algunos trabajos sencillos y con la limpieza del local.

La conclusión es que nadie vio a Monse después de las once y media de la noche

y lo último que dijo es que iba al taller de Giuseppe Lleda.

En el pueblo muchas personas lo tienen claro desde el primer momento,

aunque Monse no hubiera dicho que iba al taller de Talleda, Talleda sería igualmente su principal sospechoso.

Es por algo que pasó hace nueve años.

Vamos a 1978.

Talleda, de 37 años, está casado y tiene un par de hijas.

La tornería es el negocio de la familia de toda la vida.

Él lo mantiene porque le salen trabajillos de vez en cuando,

pero no le proporcionan sueldo estable para vivir,

así que trabaja como muchos en el pueblo en la planta embotelladora de agua.

Francesca Bosch, a quien llaman Paquita, tiene 32 años,

está casada y echa horas limpiando los fines de semana en la tornería de Giuseppe Talleda.

Talleda y su mujer salen de vez en cuando con Paquita y su marido,

las dos parejas son amigas,

pero en el pueblo corre el rumor de que Paquita y Pitu Talleda, como le llaman en casa,

son más que amigos.

Un día, en 1978, Paquita se marcha a la compra

con el capazo cargado de los embases que tiene que devolver a la tienda

y ya os he contado que Paquita nunca vuelve.

Alguien llama a su casa y dice que no la esperen,

que Paquita se ha fugado con un camionero francés.

Días más tarde, la familia de Paquita encuentra entre su ropa

un par de cartas sin firmar,

de alguien que le dice que solo piensa en estar con ella,

pero que es verdad que Paquita tenía un amante,

uno que le escribe en catalán.

Aunque hay personas en el pueblo que creen que Giuseppe Talleda

tuvo algo que ver con la desaparición de Paquita Bosch,

la investigación nunca avanza.

Nueve años después, aquellas personas que creen que Paquita no se fue,

sino que la mataron, no pueden evitar relacionar a Talleda

con la muerte de una chica de 14 años,

quien, como Paquita, echaba horas en su taller.

Los investigadores toman también declaración a Giuseppe Talleda,

a quien han señalado la amiga y el hermano de Montse

como la persona con la que había quedado Montse aquella noche,

que está bien que hiciera trabajillos para Talleda,

pero hacerlos a medianoche es muy raro.

Bien, Talleda dice que aquella noche no vio Montse,

de hecho dice que fue con su mujer al bar popular del pueblo,

la granja Tivoli, donde estuvieron un par de horas.

En el bar confirman que Talleda llegó con su señora,

pasadas las 12 de la madrugada y que se fueron a las dos,

pero también dicen que eso fue rarísimo,

que esa misma noche lo comentaron,

jamás habían visto a Talleda ir al bar a tomar algo con su mujer.

El dueño del bar dice que lleva 40 años al frente del negocio

y que era la primera vez que veía a Talleda y señora de noche.

A él sí que le ve a otras horas del día tomando algo,

pero con su mujer, no, nunca.

Después de que se sepa que esa noche mataron a Montse,

hay quien cree que Talleda fue al bar con su mujer

precisamente para que le viera, para tener una acuartada.

La autopsiéndica que Montse había muerto entre las 11 y las 12 de la noche,

lo que encaja con la hora que dicen que salió de casa

y la mataron un poco después.

A Talleda le habría dado tiempo de matarla, dejarla en el taller ir a casa,

a pocos metros del taller cambiarse

y decirle a su mujer que salían a tomar una copa.

Su mujer verifica que salieron juntos, regresaron a casa,

esperaron a que llegaran sus hijas de la discoteca

y después toda la familia se fue a dormir.

Talleda, dice su mujer, no volvió a salir de casa en toda la noche.

Josep Talleda, por si os preguntáis cómo es,

de 46 años tiene el aspecto de cualquier otro vecino de pueblo

en un entorno rural.

Es muy tranquilo, no salterá por nada y nunca tiene prisa.

En su casa se llama Ampitu,

pero en el pueblo le conocen por él Asparauma.

Esperadme, cuyo origen no está claro,

pero que podría responder precisamente a esta pachorra

con la que hacen las cosas.

Cuando le interrogan, no se pone nervioso.

Tiene claro su versión de los hechos

y sabe que no tienen nada en su contra.

Además, la familia de Monse no cree que Talleda

puede hacerle daño a la niña.

Carmen, su hermana, habla con Jordi Grau,

un periodista de la zona que cubría las noticias

para el diario de Girona

y le dice que Talleda es un amigo de la familia

y que se dice por ahí que Monse era su favorita

y antes lo había sido ella,

pero que nada, que solo es un vecino normal.

Sin embargo, cuando analicen bien las declaraciones

de Giuseppe Talleda verán que incurre

en alguna contradicción,

pero no lo suficientemente grave

como para usarlo en su contra e incriminarle.

Por ejemplo, la Oría Civil sabe

porque han hablado con todo el pueblo

que Talleda se toma un café en un bar

antes de las 8 de la mañana.

Ahí se entera la noticia porque es de lo que habla todo el mundo.

Sin embargo, cuando él llega a la Plaza del Pueblo

el domingo a las 8 de la mañana

y le dicen que han encontrado muerta a una niña,

él dice que no sabe nada.

Eso es lo que declara la Oría Civil,

que se entera a las 8 de la mañana por el revuelo

que hay en el pueblo,

pero creen que es mentira porque antes se lo dijeron en el bar.

La Oría Civil entra en la tornería de Giuseppe Talleda

para hacer una inspección visual

a la que él se presta sin ningún tipo de problemas.

En el taller de Talleda no encuentran trastros de sangre,

que es lo que cabría esperar si alguien ha recibido

un golpe en la cabeza,

que ha provocado un estallido craneal

y perdida de masa encefálica.

Se llevan su mono azul de trabajo, aunque está recién lavado,

para ver si en una inspección a fondo

del ataque que tiene algún tipo de mancha de sangre.

No encontrarán nada.

Inspeccionan también su vehículo.

En el maletero no hay alfombrilla.

Él no sabe decir desde cuando no la lleva,

pero observan que tiene que ser algo reciente

que el fondo del maletero no está manchado ni de polvo.

A pesar de que la falta de alfombrilla es un indicio,

no encuentran nada que demuestre que Talleda

ha trasladado un cadáver ensangrentado en ese vehículo.

Recordemos que es 1987.

No buscan ADN ni frutan algodones

para encontrar manchas de sangre

que no se ven a simple vista. No.

El coche, como el taller,

no tiene nada con lo que poder incriminar

al principal sospechoso, Josep Talleda.

Los investigadores, supongo, esperaban encontrar

evidencias visibles.

El hecho de no haber encontrado

ni una minúscula gota de sangre

les hace plantearse que quizás

no están contemplando el caso como deberían

y se plantean si la muerte de monse

puede ser fruto de un atropello accidental.

Para descartar esta opción,

preguntan a todos los talleres mecánicos de la comarca

si han reparado algún vehículo

con desperfectos propios de haber atropellado a alguien.

Nadie en ningún taller tiene nada parecido.

El pueblo, como suele pasar en estos casos,

está dividido entre quienes tienen claro

que Talleda es el responsable de la muerte de monse

y la desaparición de Paquitaboche

y quienes creen que es un hombre tranquilo

que lo único que ha hecho es intentar ayudar a una familia

de los económicos y haber sido el que les ha ayudado

se le ha girado en contra.

A pesar de que los medios aseguran

que pronto se detendrá al culpable,

los investigadores no tienen hilos de los que tirar.

Y las mujeres del pueblo, que se sienten ninguneadas

por los hombres y las autoridades,

como si sus desapariciones y muertes no tuvieran importancia,

se unen para exigir que se investigue este caso

y que no quede sin resolver.

Crean una asociación y contratan a un abogado

para ejercer de acusación popular.

Los investigadores con lo que tienen no pueden acusar a nadie

y tampoco encuentran complicidad judicial para hacerlo,

por lo que ni siquiera pueden detenerle

para ver si contra las cuerdas

cuenta algo más que cuando hablan con él como testigo.

Tienen claro que la única posible solución del caso

en este momento es encontrar a alguien que sepa algo

y lo esté cayendo.

El caso se enfría y pasan meses

porque nuevas informaciones permiten reactivar la investigación.

La primera información nueva que tienen

y que cambia radicalmente el sentido de la relación

que tenían Josep Talleda con la familia Ávila Jiménez

es de Carmen, la hermana de Montse, un par de años mayor que ella.

Dicen que insinuó algo cuando la interrogaron por segunda vez,

tres días después del crimen,

pero supongo que no fue capaz de verbalizarlo

y que quien la interrogaba no supo leer entre líneas

o entender lo que podía intentar decir la chica.

10 meses después del crimen, por fin, Carmen Ávila,

dicen que gracias a la asociación de mujeres del pueblo

obtiene la fuerza necesaria para contar

que Josep Talleda abusaba sexualmente de ella y de su hermana.

Empezó con ella y continuó con Montse.

Carmen dejó de ir al taller para evitarlo,

pero Montse siguió yendo.

Josep Talleda le había prometido una moto, una derbi varian.

Lo que cuenta Carmen es que Talleda,

cuando las niñas iban a limpiar a su taller,

les pedía que calentaran destornilladores.

Ellas antes habían limpiado los destornilladores

y Talleda les decía que después había que calentarlos.

Él se sentaba en una silla detrás de una sábana

que colgaba en el marco de la puerta, como si fueran a cortina,

que estaban destornillador en una bolsa de plástico

y lo sujetaban entre las piernas.

Ellas tenían que frotar la bolsa contra el supuesto destornillador.

Mientras ocurría esto, Talleda quedaba oculto tras la sábana.

Solo le veían la parte superior de la cabeza.

Carmen tiene claro que aquello no eran destornilladores

porque era tierno.

Además, le cuenta a la Guardia Civil

que Talleda las había llevado muchas veces a susqueda, al pantano.

Ellas llevaban un lugar donde las hacía rezar y dejaban flores.

Para los Guardias Civiles,

eso refuerza la teoría de que Apakita Bosch

la hizo desaparecer Talleda en 1978.

Ahora creen que se sizo de ella en algún lugar del pantano

o sus alrededores.

Van a la zona, pero Carmen no sabe indicar exactamente

a dónde las llevaba por lo que van dando palos de ciego.

Caban en varios sitios.

Recorren el pantano con una lancha, pero no encuentran nada.

Hace diez años que desapareció Paquita

y el entorno es enorme.

Puede haberla enterrado o hundido.

Sería mucho más fácil encontrar una aguja en un pajar

que un cadáver en susqueda.

Por otro lado, un empleado del ayuntamiento

le cuenta a la Guardia Civil

que en el ayuntamiento se recibió una llamada

en la que dijeron que Amón se habila

la había atropellado un camión.

El funcionario que contestó el teléfono

reconoció a Yusep Talleda como quien hacía la llamada

y así se lo dijo la Guardia Civil.

Por último, tenemos un vecino de la misma calle

en la que vive Talleda

que cuenta que oyió una persiana bajar de madrugada.

Vamos a detenernos en este testigo

porque es interesante ver cómo llega a testificar

ante la Guardia Civil y cómo cuenta lo que sabe.

El doctor Narcís Bardalet

Necesitamos a otro personaje en esta historia,

el doctor Narcís Bardalet.

En 1988 Bardalet ya es un reconocido forense

que llegará a ser el subdirector

de la Institut de Medicina Alegal de Cataluña.

Bardalet es pediatra y forense.

Como pediatra ejerce enfigueras

y es uno de los médicos forenses

que participa de la autopsia de Monse Ávila

y en esta investigación.

Como pediatra, la noche que muere Monse

está atendiendo enfigueras a una criatura

cuyos abuelos viven en Santilari.

El bebé tiene meningitis

y le trasladan de inmediato al hospital

donde ingresa en la UCI.

La madre se queda en el hospital

y el padre va a Santilari donde viven los abuelos.

Bien, esa noche este hombre no puede dormir

y escucha sobre las cuatro de la mañana

un ruido en su calle.

En un primer momento no dice nada

pero al cabo de unas semanas

va a haber al doctor Bardalet

que sabe que además de ser el pediatra de su hija

está involucrado en la investigación

por la muerte de Monse Ávila

y le dice que la noche que ingresaron a su bebé

en el hospital con meningitis

vio a Talleda sacar el coche de su garaje

y bajar la persiana.

Dice que le vio

que es muy importante que nunca más se repite.

Según el doctor Bardalet

lo que él le responde

es que tiene que ir de inmediato

a contárselo a los investigadores.

El hombre le dice que Talleda le da miedo

y Bardalet le contesta

que irá él mismo a contarlo

porque esto podría ser la resolución del crimen.

Finalmente el vecino habla con la guardia civil

y lo que cuenta es que escucha

el ruido desde su casa.

El detalle de ver a Talleda haciendo todo esto

se queda por el camino

o bien es literatura añadida después.

El caso es que este testigo

declara que después de llegar del hospital

sobre las 4 de la madrugada

escuchó el ruido de la persiana al bajarse

y el motor del coche de Talleda

que era un citro en Dían 6

y tenía un ruido bastante característico.

Talleda habla de nuevo con la guardia civil

y niega que aquella noche saliera de casa.

Su mujer confirma de nuevo su cuartada.

Se metieron en la cama pasadas las 2 de la madrugada

y ya no salió hasta que fue de día.

Sin embargo al día siguiente

el viernes 29 de abril de 1988

detienen a Talleda de madrugada

en la planta en botelladora donde trabaja.

Va directo al calabozo

y ya tienen sus declaraciones el día anterior

y saben que Talleda es un tío que no se inmuta por nada.

Van a tenerle detenido el tiempo máximo permitido

y le llevarán ante la juez el lunes por la mañana.

Esperan que después de tantas horas

de calabozo esté dispuesto a contarles algo más.

Pero a la 1 y media del mediodía del lunes

sale del juzgado en libertad.

Su abogado Manuel Mir explica

que es totalmente lógico que le dejen libre.

No tienen nada, ni una sola prueba contra él

y la juez ya tiene experiencia emitiendo la cárcel

a alguien sin pruebas y no salió bien.

Manuel Mir se refiere a otra de sus defendidas,

María Viñolas, que se intentó suicidar

mientras estaba en la cárcel por orden de la misma juez

que ahora dejan libertar a Talleda.

El caso de María Viñolas fue muy sonado en la zona.

Os recontaré la semana que viene en el club de fans.

Y los medios se encargan de recordarlo

y compararlo con la falta de pruebas contra Josep Talleda.

La juez en este caso prefiere ser couta

y no procesar a Talleda por la muerte de Monse

dada la falta de pruebas.

Ordena que se lleve a cabo otro registro del Talled

para ver lo que ocurre el 13 de mayo de 1988.

La policía científica observa una mancha oscura en las baldosas.

Deciden levantar el suelo y tomar muestras.

Talleda les anima a levantar las baldosas que sean necesarias

pero les dice que no van a encontrar nada.

El resultado del laboratorio no es concluyente

sobre lo que es la mancha negra entre dos baldosas.

En ese momento están como el principio,

ningún hilo del que tirar y sin evidencias

lo que es la mancha negra entre dos baldosas.

O sea, no es una mancha negra,

sino que es una mancha negra.

La familia Ávila, después de conocer lo que pasaban

en el taller, ha cambiado de opinión sobre el vecino amable

y deciden denunciarle por abusos deshonestos.

Porque recordemos que Carmen Ávila

cuenta que él las hacía masturbarle.

Esto, según ella, ocurrió como mínimo 10 veces con cada niña.

Además, apoyados por la Asociación de Mujeres de Santillari

piden que se investigue de nuevo la desaparición de Paquitaboche.

Ninguna de estas denuncias prospera.

La vida sigue en Santillari, pasan los meses

y al juzgado de Santa Colomada Farnés llega un nuevo juez,

José Luis González Armengol.

La juez quiere archivar el sumario.

La acusación popular se opone y pide nuevas diligencias.

La Asociación de Mujeres del Pueblo con su abogado

ha estado trabajando para encontrar algo que permitiera acusar

a Yusep Talleda y creen que lo han encontrado.

La familia de Paquitaboche les ha proporcionado

las dos cartas que encontraron entre su ropa después de desaparecer.

Al abogado de la Asociación, a simple vista,

le parece que la letra de las cartas es idéntica a la de Yusep Talleda.

Pero eso tiene que certificarlo un experto en grafología.

El caso llega a la audiencia de Girona.

Y como la gente en el mundo lo sabe,

al final alguien le cuenta a la guardia civil

que la mujer de Talleda, que tiene una peluquería,

contó a alguna de sus clientas que su marido había salido de casa

a la noche que mataron a Monse, sobre las cuatro de una madrugada

para ir, le dijo, a apagar un fuego en el taller.

La audiencia de Girona decide reabrir el caso de Paquitaboche

y el de Monse Ávila.

Y se lo remite al nuevo juez, José Luis González,

que empieza a solicitar nuevas pruebas.

Por un lado, se encargan pruebas grafológicas

para analizar las cartas que escondía Paquitaboche en sus cajones

y ver si las escribió Yusep Talleda.

Por otro lado, contra Talleda no tiene ninguna evidencia

y Pracolmo tiene cuartada para la noche el crimen,

desmontar su cuarta de poder demostrar que salió

y cogió el coche la noche.

El juez decide hacer una reconstrucción de los hechos

para que el vecino que dice haber oído una persiana

la noche el crimen y el motor de un coche

verifique que fueron la persiana y el coche de Talleda.

En la calle no hay ninguna otra persiana metálica

como la de Talleda.

Por tanto, en caso de haberse escuchado

una persiana enrollable a aquella madrugada,

sólo podía ser la de él.

Lo que quiere comprobar el juez es

si él también es capaz de oírla desde casa del vecino.

La prueba la llevan a cabo a la misma hora,

las 4 de la madrugada.

Talleda sigue teniendo el garaje con la misma persiana,

pero el coche lo vendió un mes después

del asesinato de Monse Ávila.

El coche sigue funcionando y se lo piden a su nuevo propietario.

Desde casa del vecino el juez comprueba

como tanto la persiana como el motor del coche

se oyen perfectamente.

Y Talleda se queja de que él jamás abre

y cierra la puerta con la fuerza y el ímpeto

con la que lo están haciendo esa noche.

Pero el juez es importante porque el vecino

le escribe un clic al final del sonido

de la bajada de la persiana.

Talleda en definitiva se queja de que están haciendo

más ruido de que él hace,

pero el juez se queja de que la persiana

está perfectamente engrasada.

Talleda asegura que siempre la tiene así

y no consigue encontrar un buen asesinato.

Y no consigue encontrar un experto en persianas

que diga que está demasiado engrasada.

Pero el juez va a haber otras persianas en el pueblo

y llega a la conclusión de que la de Talleda

es la más engrasada de todas.

Talleda se queja también de que el coche

un citroendian 6 que tiene un sonido muy particular

no hacía tanto ruido cuando lo tenía él.

A pesar de eso dan por buena la reconstrucción

de los hechos.

El vecino escuchó como Talleda

se marchaba con el coche.

Lo que podría indicar que Talleda

esperó hasta las 4 de la madrugada

para ir a recoger el cuerpo de Monse

que estaba en la tornería

y dejarlo junto a la carretera

a un kilómetro de la entrada del pueblo.

Además, el informe grafológico

de las cartas que tenía Paquita

concluye que su autores

Yusep Talleda.

10 días después de la reconstrucción de los hechos

el juez habla de nuevo con la mujer

de Yusep Talleda

diciendo que Talleda estuvo toda la noche con ella

fueron al bar y al regresar

no volvió a salir de casa.

Niega haber contado nunca en la peluquería

que su marido fuera a pagar

un incendio en el taller.

Pero los investigadores

tienen declaraciones de varios testigos

que indican que esto lo contó

no en la peluquería sino en la panadería.

Varias personas la huyeron.

Al día siguiente 7 de junio

de 1990

interrogan a Yusep Talleda

que de nuevo niega haber salido de casa

en la noche que mataron a Monse Ávila.

Por otro lado acepta

que tuvo un dio con Paquita

y le escribió esas cartas

pero no sabe nada de su desaparición.

Las cartas que acepta haber escrito

no son ninguna prueba de que Talleda

hiciera desapreciar a Paquita

solo de que tenían una relación

y es algo que él reconoce

pero no es suficiente.

El juez decide detenerle

y procesarle como acusado de la muerte

a Monse Arrat Ávila Jiménez.

Talleda, de camino a la cárcel

hace declaraciones a los medios.

Dice que está muy tranquilo

que la cárcel no le da ningún miedo

que él no ha hecho nada

y que tendrán que demostrarlo.

Dice que lo único que le preocupa

es cómo se va a mantener su familia

mientras él está encerrado

esperando el juicio.

Con Talleda en la cárcel

por fin hay más personas que pierden el miedo

y un vecino cuenta a la guardia civil

que en el arcén de la carretera

él vio a Talleda en el bosque.

No en un bosque cualquiera

o en cualquier parte del bosque.

Le vio en un cruce de caminos

que conecta la zona donde vive Talleda

con la zona de la carretera

en la que encontraron a Monse.

Parece que le vio sobre las 7 de la mañana.

Después le vieron tomando un café

en un bar donde comentó

junto con los demás parroquianos

la noticia del día, una niña muerta

a las afueras de Santilari

y después el café regresó de nuevo

por el bosque donde le vieron

otra vez en el cruce de caminos

dentro del bosque a las 8 de la mañana.

Y después habló con la gente

del pueblo donde volvió

a sorprenderse de la noticia del día.

Además, alguien asegura

de haber visto a Talleda

realizar una llamada desde una cabina

de teléfono frente al bar

el mismo día y hora que el funcionario

del ayuntamiento recibe una llamada

desde una cabina de un hombre

que a la niña la ha atropellado un camión.

Juzgan a Josep Talleda

cuatro años después del crimen.

La defensa de Talleda pide

la absolución por falta de pruebas.

El abogado Manel Mir

dice que ha sido un caso difícil

de preparar porque lo que se hace

habitualmente es buscar

la forma de refutar

las pruebas, pero en este caso

no tenía nada que protestar

porque no hay pruebas contra su cliente.

Talleda dice que Mon

se sevilla con alguien que no era él

que decía que iba su taller

pero que en realidad iba a verse

con otra persona y él que no sabe

quién es esa persona la encubría.

Dado que no tienen pruebas

los testigos son importantes en este caso.

La llamada de teléfono

que supuestamente realiza Talleda

para que miren hacia otro lado

y sospechen de un camionero

en el informe de la Guardia Civil

por lo menos no queda documentado

que el testigo reconociera a Talleda

pero en el juicio quien le señala

deja claro que no tuvo nunca

ninguna duda de que fuera él.

Eso sumado a la declaración

de Carmen Ávila que cuenta los abusos

sexuales a los que la sometía Talleda

y la declaración del vecino

que escuchó la persiana de su oraje

cerrarse las cuatro de la mañana

es lo que tiene que valorar el juez

para decidir sobre la culpabilidad de Talleda.

Tras una semana de juicio

Talleda es considerado culpable

de asesinato y de corrupción

de menores.

La sentencia se conoce el día 11

de junio de 1991.

Le condenan a 20 años

de cárcel.

14 por matar a la niña

y 6 por las prácticas sexuales

que la obligó a llevar a cabo.

La sentencia considera probado que Montse

se enfrentó a Yusep Talleda

y le exigió que le comprará la moto

y no quería que ella desvelara la relación

que tenían lo que hacían.

Él la golpeó un mínimo de tres veces

en la cabeza.

Dejó su cadáver en el taller, se fue a casa

se cambió de ropa y salió con su mujer.

Después cuando regresaron

del bar y su mujer ya dormía

salió de la cama las cuatro de la madrugada

para coger el coche y trasladar el cadáver

hasta el lugar donde lo encontraron.

Por la mañana

se desplazó por el bosque para ver

si ya lo habían encontrado.

El caso de Paquita Bosch quedó sin resolver

porque nunca han encontrado

su cadáver.

De vez en cuando encuentran huesos

en el pantano de Susqueda.

Había un cementerio en el pueblo y puede que sean huesos

de un enterramiento antiguo

o puede que no.

Quizás algún día un de esos huesos

resulte ser de Paquita y pueden

cerrar el caso.

Y esta ha sido la historia de Montse Ávila

y de la de Paquita Bosch.

Josep Taliedad cumplió poco tiempo

de condena.

En 1988

empezó a disfrutar del tercer grado.

Salía de día y regresaba para dormir

y en el año 2000 se dio

por cumplida su pena

cuando solo ha bien pasado nueve años de los veinte

a los que estaba condenado.

Pero su historia no acaba aquí.

El resto en el próximo episodio.

Hasta la semana que viene

Criminópatas.

Subtítulos realizados por la comunidad de Amara.org

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Paquita Boix desapareció en Sant Hilari Sacalm en 1978. Nueve años después Montse Ávila, una niña de 14 años, es asesinada. Ambas se relacionaban con el tornero del pueblo, Josep Talleda.  

Más información en el blog: 

https://criminopatia.com/92-montse-avila/  

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